viernes, 26 de septiembre de 2008

El modelo neoliberal en la UTI.

La crisis financiera mundial goza de buena salud. Lejos de amainar las turbulencias, las desconfianzas, los pánicos los desplomes de bolsas, la conducta díscola del petróleo etc., se profundizan los síntomas inequívocos de la enfermedad contagiosa en que se debate el capital financiero -y creo que ningún economista honesto-, podría predecir como, cuando o en que forma va a terminar. Incluso se le llega a comparar con la gran depresión de los años 29/30.

El laissez faire de los privados, la mano invisible que regula, la liberalización total y el descontrol de los mercados, -en fin-, ese conjunto de mitos en que se cimentaba la teoría neoliberal, ha quedado -con esta crisis- demudada en toda su falacia, en todo su carácter de seudo ciencia, en todo su fatídico experimento mundial y -cual gigante con pie de barro-, sus mitos caen degradados estallando en mil pedazos.

Quiebras de “respetables” instituciones bancarias y financieras, fusiones fagocitarias, operaciones de salvataje; consumen ya miles de millones de Dólares, siendo la última –pedida de oxígeno de 700 mil millones de dólares que- cual respirador artificial-, podría salvar al gigante intoxicado con el virus de la “ambición de ganancias especulativas,” y papeles tóxicos, que ya no valen nada. Son las paradojas (falacias) del libre mercado ganancias privadas y pérdidas sociales.

Jamás la especulación; ese juego pirotécnico de papeles, de diferenciales, de compra y reventa en el mercado de “valores”, ha sido fuente de ganancia real alguna.
Hace muchos años los economistas clásicos que estudiaron las leyes internas del funcionamiento del capital, (Marx, Keynes, solo por mencionar algunos), establecieron que la ganancia capitalista (aunque éticamente recusable), solo podía provenir del trabajo humano, del despliegue de energía y creatividad, en la transformación de la materia prima en un bien útil.

Tras ella, se oculta el respaldo del trabajo que es lo único que crea valor, y aunque en este modo de producción, buena parte de ese valor creado, les es expropiado a los trabajadores, por los gestores del capital, con fines de acumulación, y reproducción; crecen en los intersticios del sistema, nuevas formas de ganancias especulativas como el crédito la renta o el interés, que acopiados en los Bancos e Instituciones de crédito llegan a cantidades tan siderales, que en el modelo neoliberal de la etapa de capitalismo posmoderno, desplazan al capital industrial de Estado Nacional del siglo pasado; y por un momento en la historia, llegan a adquirir una influencia determinante en los proyectos de dominio mundial y –por ende-, en las decisiones acerca del incremento en la explotación y los malhadados destinos de millones de seres humanos,

Podemos suponer entonces que son: la concentración, la monopolización, -pero ahora sobre todo- la especulación financiera, la trilogía de elementos tóxicos, (ya previstos en el pasado por sus críticos), el punto de llegada lógico de una legalidad que sin control social, hace aflorar los instintos atávicos mas primarios del “hombre liberal” la competencia, el egoísmo, la obsesión compulsiva por la ganancia.

Hoy el modelo (neoconservador) o neoliberal en lo económico, está herido de muerte,
No podrá presentarse nunca más con ese airecillo triunfante y altanero de modernidad, arguyendo una supuesta infalibilidad del mercado elevándolo a la categoría de oráculo o de una entelequia supra humana, para ocultar entre bambalinas, los intereses concretos de sus beneficiarios -sujetos sociales de carne y hueso-. Ya el presidente francés habló de la necesidad de crear herramientas de control.

El péndulo de la historia comienza a moverse en sentido inverso. El Estado, vaciado de poder, degradado y puesto al servicio de intereses privados, comienza a recuperar su poder simbólico y real, su sentido fundacional que es; la representación de los intereses la sociedad civil en su conjunto.
Controlar las bestias desbocadas del liberalismo ultranza. Reasumir su responsabilidad en el bien común, en la educación, salud, en un desarrollo equitativo y justo. En síntesis en el reconocimiento de la soberanía popular, consubstancial a una verdadera democracia.

Chile: ¿vacunado en contra del contagio?
Nos dicen que Chile estaría protegido y recogería en sordina la volatilidad de los mercados. Que las cuentas públicas están sanas, el ahorro de excedentes y los índices macroeconómicos impecables.
La inflación es atribuida a factores externos (el alza del dólar o el costo del petróleo).

Sin embargo, la sensación ambiente, el sentido común político, la opinión pública, el presupuesto mensual etc., parecen contrastar fuertemente con las galimatías tecnocráticas con que se nos pretende engañar.
En primer lugar la economía chilena es una de las mas abiertas del mundo y por tanto de las mas dependientes de la demanda de mercado mundial, la interdependencia de las economías mundiales en la era de la mundialzación, ha quedado mas que evidenciada con la actual crisis financiera mundial

Por tanto la recesión económica mundial subsecuente a la crisis financiera, va a reflejarse primero: en una disminución de la demanda mundial de las materias primas (puede ser que no tanto de la economía China), Segundo; la caída de sus precios tercero: el pánico de los inversores; que lleva a una fuga desde las economías emergentes, (inversión en comodities), a la seguridad de los papeles con garantía estatal (bonos del tesoro -en el caso de los EEUU-), lo que se traduce en una apreciación del dólar y un encarecimiento de las importaciones.

Por tanto, es obvio esperar una menor demanda de cobre, celulosa, salmón, vinos fruta etc., todo lo que exportamos. Esto originará una ralentización general de la economía chilena, (cuyos índices de crecimiento han sido reajustados a la baja), por tanto menor creación de empleo, despidos, disminución del gasto social y del gasto público etc.

El petróleo cuyo precio internacional ha caído de de 1.40 US, el barril a 1 US, no se refleja en el costo de la bencina en Chile, por el contrario ha seguido al alza. (¿). Se dice que los huracanes en EEUU, han encarecido el precio de la refinación, o que se están recuperando los subsidios -que en algún momento se otorgaron al fondo de estabilización, para atenuar al consumidor el alza de la bencina. Sin comentarios.
Así mismo, las alzas casi mensuales de las cuentas de electricidad se escudan en el alza de Dólar. No obstante, el Banco Central continúa con su programa de compra de divisas, hasta Diciembre (8 mil millones de US, lo que encarece el dólar (¿) y no contribuye precisamente a contener la inflación.
Todos sabemos que –además de los factores externos- es la presión de los sectores de altos ingresos por bienes importados y el aprovechamiento de los empresarios, que sobre valoran -con un plus sobre la inflación-, el costo de los productos.

Y sin embargo, al pueblo se le pide contener sus legítimas reivindicaciones salariales, prudencia en los gastos, apretarse el cinturón, los dientes y ahora también, la tarjeta de crédito. Es paradojal, que después de enajenar a los ciudadanos de este País y conminarlo a creerse el cuento del “milagro chileno”, del mercado y del consumo, (y reprimir todo lo alternativo, solidario o histórico-cultural del tejido social).- hoy aquel sujeto alienado, funcionarizado para el consumo, -que construyeron con el falso exitismo imitativo y mediático-, se vuelve como boomerang contra sus propias cabezas exigiendo consecuencia en el cumplimientote sus promesas reclamando por sus expectativas frustradas de consumo.

Curiosamente los rankings de corrupción y confiabilidad nos están curando de aquella ideología de ser un País de excepción, un paradigma para nuestros vecinos, de nuestra pretensión de ser un País casi desarrollado – una especie de jurel tipo salmón- falacia a que nos tenían casi convencidos para el Bicentenario. No obstante, estos rankings también nos están redimiendo de nuestra altanería y acercando a nuestros hermanos de América Latina. Es positivo curarse de esta farra dieciochera, y reconocer nuestra historia de País y que tiene una deuda de solidaridad (legado de los grandes próceres) de luchar por la integración, la autonomía e independencia, de nuestros Países. Con y por la UNASUR, con y por los Estados Unidos de América del Sur.



Stgo, septiembre de 2008. P. Valenzuela.

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